domingo, 19 de julio de 2020

Lewis Y Clark: Hacia El Oeste, Hasta El Pacífico (1804-1806)





            A comienzos del siglo XIX, el viaje de Lewis y Clark atravesando una parte de Norteamérica entonces desconocida, hasta llegar al Pacífico, representa uno de los pilares fundacionales de la construcción del imaginario de los Estados Unidos como nación. Y como tal, aun hoy en día la estudian los niños en la escuela. Como no podía ser menos para un tema considerado capital en la historia de Estados Unidos, la bibliografía sobre la expedición es inmensa, con algunos congresos de historia y geografía dedicados y no menos de una veintena de libros publicados, además de numerosas publicaciones de carácter infantil. Incluso hay una película de bajo presupuesto de 1955, con Charlton Heston de protagonista [The Far Horizons, Horizontes azules, en la versión española], aunque vilipendiada por los historiadores por las licencias del guión.


  

         Estados Unidos, bajo la presidencia de Thomas Jefferson (1743-1826), compró Luisiana a Francia en 1803. Era un territorio de más de dos millones de kilómetros cuadrados unas cuatro veces la superficie de la España peninsular, que se extendía desde el golfo de México hasta Canadá, entre el río Misisipi y las Rocosas, en gran parte inexplorado y sin asentamientos coloniales fuera de las orillas del río. De trasfondo, estaba la política de limitar la expansión de la Corona española reinaba Carlos IV, y la disputa con ésta sobre los derechos de navegación por el río Misisipi y el acceso fluvial a Nueva Orleans. Jefferson, años antes, ya había tratado la posibilidad de explorar el territorio con André Michaux (1746-1806), un incansable y entusiasta botánico francés que había recorrido las tierras que se extendían desde las Carolinas hasta el Misisipi, pero por diversas causas, el proyecto no prosperó. Además, en 1793 Alexander Mackenzie, viajando más al norte, por el actual Canadá, ya había realizado la primera travesía continental de un no nativo. Pero en 1803, una vez comprada Luisiana, había que tomar posesión urgentemente, hacer el reconocimiento geográfico, el inventario de sus riquezas naturales y, además, encontrar una ruta de acceso al Pacífico a través de las Rocosas.


            El designado por Jefferson para comandar la expedición fue el capitán Meriwether Lewis (1774-1809), en aquellos momentos su secretario personal en la Presidencia. Éste, para acompañarlo y codirigir la expedición, convenció a su amigo William Clark (1770-1838), militar entonces retirado y que había sido superior suyo en el ejército. Parece que Jefferson optó por alguien con capacidad de mando, acostumbrado a los bosques y al contacto con nativos y con ciertas inclinaciones por la historia natural. Para prepararse, Lewis recibió un entrenamiento intensivo en cuidados médicos y navegación con sextantes, y tuvo acceso a la biblioteca de Jefferson de Monticello, posiblemente la más completa de su tiempo sobre Norteamérica.


Una de las medallas impresas para intercambiar o regalar a las tribus nativas [De http://www.lewis-clark.org/article/350]
            El comienzo oficial de la expedición se considera la salida de Camp Dubois, en la confluencia de los ríos Misisipi y Misuri, cerca de Saint Louis, el 14 de mayo de 1804. Clark, sin embargo, había salido de Pittsburgh con 11 hombres a finales de agosto de 1803, y tardó dos meses y medio en descender por el río Ohio antes de llegar a Camp Dubois, donde completaron el reclutamiento y estuvieron entrenando. La expedición contaba inicialmente con 33 miembros, casi todos soldados voluntarios, aunque también había un esclavo de Clark y algún voluntario contratado. El número, sin embargo, fue variando: algunos fueron enviados de regreso al final del primer año con mapas, colecciones científicas e información diversa, hubo una muerte parece que por apendicitis, alguna expulsión por indisciplina y también incorporaciones temporales de varios tramperos que se fueron encontrando por el camino y que contrataban como traductores con las tribus nativas.


            Desde Camp Dubois remontaron el río Misuri con una barcaza a remo y dos piraguas. Tras La Charrette, unos 250 km aguas arriba, ya no había más asentamientos coloniales. En el día a día de la expedición, Clark era el encargado de la navegación y de la confección de los mapas, mientras que Lewis se dedicaba a explorar los alrededores. Para pernoctar montaban los campamentos en las islas del río. Llegaron a las Grandes Llanuras, ya en territorio sioux, a finales de agosto. A comienzos del invierno, en territorio de la tribu mandan decidieron construir un campamento –Fort Mandan para esperar la primavera. Aquí reclutaron al trampero Toussaint Charbonneau, casado con la joven Sacagawea, de origen shoshone pero raptada y criada en la tribu de los hidatsa y que conocía ambas lenguas. Sacagawea estaba embarazada y dio a luz en febrero; la presencia de la criatura contribuyó a que el grupo pareciera menos agresivo y ayudó a las relaciones con las otras tribus. Desde Fort Mandan continuaron Misuri arriba, sobrepasando las confluencias de los ríos Yellowstone, Milk y Marias, hasta llegar a las cataratas del Misuri, que remontaron. A finales de julio ya estaban en Three Forks, la confluencia de los tres ríos que conforman el Misuri. Desde aquí pasaron la divisoria continental por Lemhi Pass a finales de agosto, y se encontraron con una partida de shoshones, comandada por un hermano de Sacagawea. Les compraron caballos y continuaron con ellos hasta principios de octubre cuando, al encontrar el río Clearwater, construyeron canoas. A través de la red fluvial llegaron el río Snake, y de éste al Columbia, llegando al Pacífico a finales de noviembre. Construyeron el Fort Clatsop para pasar el invierno antes de iniciar el camino de vuelta. Lo abandonaron a finales de marzo y, con caballos, remontaron la cuenca del Columbia, pero como todavía había nieve en las montañas, se desplazaron más al Norte donde, antes de atravesar la divisoria continental se dividieron en dos grupos. El reencuentro fue en el río Misuri a mediados de agosto, cerca de Fort Mandan. Llegaron a Saint Louis a finales de septiembre de 1806, después de haber recorrido cerca de 13.000 km en poco más de dos años y cuatro meses.

           El desarrollo de la expedición fue fundamentalmente pacífico, comerciando a menudo con los indios, aunque también sufrieron robos y, en un incidente en la vuelta, mataron a tiros a dos indios Pies Negros. Sufrieron varios encuentros con osos, un naufragio y algunos episodios de hambre. Además, y aunque parece que Lewis y Clark no se enteraron, la Corona española envió todos los años una expedición desde Santa Fe, para intentar interceptarlos en lo que consideraba una incursión no autorizada en sus territorios.


 

Lewisia rediviva Pursh, el bitterroot de los exploradores, nombre con el que se conoce todavía hoy en día en inglés. Declarada State flower de Montana en 1895 (Iñaki Aizpuru)
           La recolección de material científico era uno de los objetivos de la expedición, pero no prioritario. A finales del primer año, desde Fort Mandan hicieron una primera remesa con 178 plantas y 122 animales. Más tarde, durante el naufragio en los rápidos, algunos de los materiales que habían acumulado de nuevo se perdieron. Los pliegos de la expedición fueron depositados en la Sociedad Filosófica Americana de Filadelfia y estudiados por B.S. Barton y F. Pursh; este último incluyó la descripción de muchas de estas plantas en la obra de 1813
Flora Americae Septentrionalis. Actualmente los pliegos se encuentran en el herbario PH (Academia de Ciencias Naturales de Filadelfia). En total son 233 pliegos que corresponden a 202 taxones, pertenecientes a unas 132 especies de plantas vasculares. En los diarios, Lewis da mucha importancia a las plantas que utilizan los nativos, sobre todo las de interés gastronómico y que llegaron a ser muy importantes en la dieta de los expedicionarios, pero también las medicinales, y a menudo hace descripciones más o menos precisas. Además, siempre intenta transcribir el nombre en la correspondiente lengua indígena. En los tratos con la tribu de los arikaras, con las mujeres dedicadas a la agricultura, le llamaron fuertemente la atención los cultivos de maíz, frijoles y tabaco. En el envío de finales del primer año, le hizo llegar a Jefferson varias simientes, entre ellas de maíz, que se cultivaron muy pronto en Monticello.


            Los textos principales que he utilizado son la transcripción de los diarios originales de Lewis y Clark, ordenados cronológicamente y intercalados, del proyecto Gutenberg y la versión digital de la Universidad de Virginia de los diarios, publicada por E. Coues en 1893. La versión del proyecto Gutenberg es cuidadosa con el original y muy completa, pero la lectura queda dificultada porque se conservan las abreviaturas, el uso de las mayúsculas a menudo arbitrario y los errores ortográficos. La versión digital de los diarios publicados en 1893 es de lectura más agradable, pero a menudo las referencias a plantas han sido expurgada en la edición y tampoco figuran muchas entradas consideradas de poco interés.


Plafón explicativo sobre la expedición en Lolo Park, Montana (Iñaki Aizpuru)
           Al terminar la expedición Lewis fue nombrado gobernador del territorio de Luisiana. Murió en 1809 cuando iba a Washington, a reclamar al Departamento de Guerra unos gastos y a presentar el manuscrito de los diarios de la expedición a un editor. Aun hoy en día hay controversia sobre si su muerte fue un homicidio o un suicidio. Los diarios no se publicaron hasta 1893. Clark, por su parte, formó familia y tuvo varios cargos en la administración de asuntos indios, siendo después gobernador del territorio de Misuri; murió en 1838.

            Los epónimos Lewisia y Clarkia, creados por Frederick Pursh como géneros de las familias montiàcies / portulacàcies y onagráceas, respectivamente, los honran.




M. Lewis & W. Clark. The Journals of Lewis and Clark (1804-1806) [disponible en: http://www.gutenberg.org/files/8419/8419-h/8419-h.htm; también en http://xroads.virginia.edu/~HYPER/JOURNALS/toc.html]


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Reseña: Los Días Que Nos Separan - Laia Soler



Sinopsis
Abril está obsesionada con sus sueños. Desde que se cruzó con ese desconocido en la biblioteca, él se le aparece cada vez que se queda dormida. En su mundo onírico, el chico es Víctor, un burgués de la Barcelona de 1914, y ella... Ella ni siquiera es ella misma, sino Marina, una obrera que vive en el mismo edificio que Víctor.
Mientras la historia de los dos jóvenes del pasado avanza noche tras noche, Abril lucha por mantenerse al margen de las emociones de Marina e intenta descubrir qué significan esos sueños.


Tenía pendiente leer este libro desde hace bastante tiempo. De Laia Soler ya había leído otra novela, Nosotros después de las doce, y me había enamorado de su forma de escribir y desarrollar la historia. Por eso quiero, de a poco, ir leyendo sus otras novelas, de momento tiene 4 publicadas creo. 

Cuando se publicó en España Los días que nos separan yo ni me enteré, tiempo después supe del libro y que había ganado un premio. No quería leerlo por eso, sino porque me pasó con esta autora eso de que leo un libro de ella y quiero leer todos los demás que haya escrito para ver si también me gustan. Bueno, lo cierto es que ahora días después de haberlo terminado y analizado bastante debo decir que, aunque no me pareció un mal libro, sí me esperaba algo mejor. Por un lado, entiendo que es la primera novela de Soler y por eso puede que le faltara pulir un poco su estilo o encontrar la forma de desarrollar de forma redonda una historia, pero, por otro lado, no puedo evitar, como cada vez que leo, esperar que el autor use lo que tiene de la mejor forma posible. Y, en este caso, sentí que no aprovechó bien la idea. 

No se puede negar que la idea de libro no es original. Ya se ha escrito antes sobre sueños de vidas pasadas, idas y venidas en el tiempo, recuerdos de otra vida, etc. Sin embargo, aunque no es una idea nueva, sí tenía un comienzo interesante. Una chica del tiempo actual que sueña con personas que no conoce de un año en el que ella no existía. Abril, en el presente, sueña con Marina y Victor, dos jóvenes en la Barcelona de 1914. Y uno se va preguntando, a medida que lee, cómo estarán todos relacionados y cómo se conectarán pasado y presente. 

Voy a destacar, primero, las cosas que sí me gustaron del libro y, finalmente, lo que no me convenció tanto. Me gustó la narración, no tiene nada extraordinario, pero diría es una escritura bastante "suave", tanto en las palabras que usa como en la forma que va creando pequeñas reflexiones o frases. Como ya había leído antes un libro de Laia no pude evitar comparar y sentí que en este libro se nota que la autora todavía no pulía bien su estilo. Porque no es una mala narración, pero no tiene esa magia y ternura que me transmitió con Nosotros después de las doce. En este libro le faltó un poco más de emoción, no me transmitió muchas cosas realmente.


Por otro lado, me gustó la manera en que describe a los personajes, los lugares y la Barcelona de antes. Eso sí, llegó un punto en que ya no me interesaban las descripciones, no eran densas, pero no me aportaban nada. Respecto a la historia en sí, me gustó que hiciera uso de las cartas, algo que me encanta encontrar en los libros. No abusa de eso, y quizá podría haberlo explotado más, pero es interesante. 

Pasando a las cosas del libro que no me convencieron, diría que son varias. Repito que entiendo que es el primer libro de la autora y por eso se le pueden "perdonar" algunas cuestiones que para mí son fallas en la creación de la novela; pero aún así no puedo dejar de mencionarlas. Como dije antes la narración, aunque me gustó, la sentí bastante lineal y pobre en cuanto a lo que transmite; me faltó más pasión, más intensidad, más sentimiento. Respecto a los personajes, sentí que no desarrolló del todo bien a ninguno. Abril aparece poco y nada, y diría que fue la que más me gustó, pero no llegué a conocerla del todo y me faltó mucho más de ella. Luego, Marina y Victor, la verdad es que ambos me dejaron totalmente indiferente. Son personajes muy sosos, no tienen nada interesante y menos interesante me pareció la historia entre ellos. Después, de los personajes secundarios no hay ninguno que me parezca destacable, siguen la misma línea sosa que el resto, lamentablemente.

En lo que respecta al libro en su totalidad y la historia que cuenta la autora, la verdad es que no me terminó de gustar. No es un libro malo, pero lo sentí demasiado flojo, un poco aburrido por momentos y bastante pobre en todos los sentidos. 

La historia del presente sentí que queda muy desdibujada, me faltó mucho más protagonismo de Abril, más desarrollo del presente; apenas hay momentos del presente en la trama. Y no entendí que solo nos la mencionara en capítulos extra cortos para decir que se dormía para seguir soñando; la verdad es que para eso la hubiera quitado y se centraba mejor en el pasado sin meter los sueños y tal vez era mejor.


Luego la historia del pasado, que ocupa casi la totalidad del libro, es bastante aburrida y sin sabor. No me transmitió nada. El personaje de Marina es bastante sufrido por momentos y la verdad es que agota un poco leer sus pensamientos. Victor es un chico que no me generó nada, no le vi ningún tipo de desarrollo a su personalidad ni a su personaje en general. Y lo que va pasando en el pasado la verdad es que termina siendo aburrido y algunas cosas resultan un poco exageradas o sin sentido.

La historia de amor, que se supone es el eje de la novela, nunca me la creí. Pero no es que exista y yo no haya conectado con ella, sino que, para mí, no hay una historia de amor en este libro. Me atrevo a decir que hay un insta love muy pobre y que no transmite nada, no entendí la relación repentina entre Victor y Marina. Entre ellos no pasa nada, no hay momentos donde se desarrolle la relación entre ambos, por lo que resulta difícil creer ese amor que aparece de repente.

La verdad es que leí el libro en menos de una semana, aunque no me aburrió, me resultó bastante ligero de leer, pero no había algo que me tuviera enganchada a las páginas en todo momento. Creo que me motivó más a terminarlo el simple hecho de querer terminarlo que el interés por lo que leía. El final lo sentí apresurado y me faltó más desarrollo. La verdad es que nunca entendí que metiera los personajes del presente si nunca les dio ningún peso en la historia.

Luego de mi experiencia con este libro me alegro de que no haya sido el primero que leí de la autora porque, de haberlo hecho, quizá no seguía con sus otras historias. Pero como amé Nosotros después de las doce, tengo fe en ella y quiero seguir leyéndola. Voy a ver si me vuelve a sorprender. Quiero creer que como este fue su primer libro le faltó mucho que tomar en cuenta para crear una buena historia, y por eso no la condeno a la lista de autoras que no me interesa volver a leer.

Los días que nos separan resultó ser un libro con una idea interesante y algunos elementos bonitos, pero que, en mi opinión, la autora no supo desarrollar. Personajes y trama, ambos me dejaron con sabor a poco y con cierta decepción. No es una mala historia, por lo que no diría que no la recomiendo, pero no me parece un libro que deje huella. 


Puntaje: 2/5



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